Si tienes un lomito o un michi en casa, seguro entiendes lo fácil que es encariñarse con ellos. Para muchos, las mascotas son parte de la familia y hasta llegan a ser el centro de atención. Sin embargo, en India, este amor por los animales llevó a una situación bastante inusual: una mujer demandó a su esposo porque, según ella, él le daba más atención a su gatita que a su matrimonio.
Todo comenzó cuando la pareja acudió al Tribunal Superior de Karnataka para presentar una denuncia por violencia y maltrato. Pero, a medida que avanzó el caso, quedó claro que el verdadero problema no era el que inicialmente se planteó, sino que la esposa sentía que su marido estaba más pendiente del gato que de ella.
Según su testimonio, las caricias, el tiempo de juego y los mimos que su esposo le daba a la gatita eran exagerados. La mujer incluso aseguró que el comportamiento del minino tampoco le ayudaba, pues la había arañado y mordido en varias ocasiones, lo que interpretó como una señal de rechazo.
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Los jueces, tras escuchar los argumentos, determinaron que la denuncia no tenía sustento legal y desestimaron el caso, calificándolo como un acto frívolo. "Son casos como estos los que congestionan el sistema judicial y evitan que se atiendan asuntos realmente graves", explicó el juez M. Nagaprasanna en su resolución.
¿Por qué queremos tanto a nuestras mascotas?
Para muchas personas, los animales son compañeros leales que ofrecen amor incondicional. De acuerdo con la doctora en psicología María Ramírez, de la Universidad de Buenos Aires, “las mascotas generan un vínculo emocional muy fuerte con sus dueños, al punto de que algunas personas pueden priorizarlas sobre otras relaciones personales”.
Esto se debe a que los michis y los lomitos ofrecen compañía sin exigir demasiado. Además, según estudios científicos, acariciar a un animal reduce el estrés y libera endorfinas, lo que explica por qué algunas personas pueden llegar a desarrollar lazos tan fuertes con ellos.
Si sientes que tu pareja dedica demasiado tiempo a su peludo amigo, en lugar de enojarte, trata de hablarlo con calma. Quién sabe, tal vez el problema no sea la gatita, sino la falta de comunicación. Y si no puedes ganarle el corazón a tu pareja... ¡tal vez puedas intentarlo con su mascota!
Recuerda que lo publicado en Patas en Casa no reemplaza la opinión de un profesional de la salud animal. Antes de incluir o excluir cualquier elemento de su rutina, acude a un especialista certificado para obtener una recomendación que se adapte a las necesidades específicas de tu perrito o gatito.