Cuando mi perra empezó a mostrar cambios en su comportamiento, no sospeché que se trataba de un embarazo psicológico. De un día para otro, noté que estaba más apegada a mí, buscaba sitios tranquilos y se acurrucaba como si estuviera anidando. Al principio pensé que solo estaba más cariñosa de lo normal, pero pronto los síntomas se intensificaron y me di cuenta de que algo no estaba bien.
Poco después, su vientre comenzó a hincharse ligeramente y sus mamas se agrandaron. Lo más sorprendente fue que incluso empezó a producir leche, aunque no había estado cerca de ningún perro macho en meses. Esto es común en los embarazos psicológicos, un fenómeno en el que la perra presenta síntomas similares a los de un embarazo real, sin estar realmente preñada. Según la doctora María González, especialista en comportamiento animal, "el embarazo psicológico es un trastorno hormonal común en perras no esterilizadas, que ocurre después del ciclo de celo debido a los cambios en los niveles de progesterona".
A nivel emocional, mi perra parecía estar convencida de que iba a tener cachorros. Comenzó a recoger sus juguetes y colocarlos en su cama, como si estuviera preparando un lugar para sus supuestos "cachorros". Era conmovedor y preocupante a la vez, ya que en ocasiones la notaba ansiosa y hasta parecía experimentar cierto "dolor de parto". Pasaba tiempo acurrucada, jadeando levemente y lamía sus juguetes como si fueran sus crías.
Cómo enfrentamos la situación
Decidí llevarla al veterinario para confirmar el diagnóstico y buscar orientación sobre cómo ayudarla a superar este proceso. El doctor Ricardo Méndez, veterinario con especialización en endocrinología, explicó que en estos casos no siempre es necesario medicar, pero sí es importante reducir la estimulación que refuerza el comportamiento materno. "Quitarle los objetos que ella considera sus 'cachorros' y mantenerla activa con paseos o juegos puede ayudar a disminuir los síntomas", me recomendó.
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Siguiendo las indicaciones del doctor, intenté distraerla y mantenerla ocupada para evitar que se enfocara en "sus cachorros". Poco a poco, con paciencia y atención, sus síntomas comenzaron a disminuir. Su producción de leche se fue reduciendo y dejó de buscar lugares para anidar. A lo largo de las semanas, mi perra volvió a ser la misma de siempre, aunque el proceso había sido difícil tanto para ella como para mí. Fue una experiencia emocionalmente intensa, ya que verla actuar de manera tan maternal sin estar realmente preñada me hacía sentir impotente.
Recuerda que lo publicado en Patas en Casa no reemplaza la opinión de un profesional de la salud animal. Antes de incluir o excluir cualquier elemento de su rutina, acude a un especialista certificado para obtener una recomendación que se adapte a las necesidades específicas de tu perrito o gatito.