La microplasmosis felina, también conocida como hemoplasmosis, es una enfermedad infecciosa causada por bacterias del género Mycoplasma. Estas bacterias afectan los glóbulos rojos de los gatos y pueden provocar una anemia severa si no se detecta y trata a tiempo. Aunque puede afectar a cualquier gato, esta enfermedad es más común en gatos con el sistema inmunológico comprometido o aquellos que tienen acceso al exterior, ya que la transmisión suele darse a través de vectores como pulgas y garrapatas.
¿Cómo se transmite la microplasmosis?
La microplasmosis se transmite principalmente a través de la picadura de pulgas, garrapatas y mosquitos que han estado en contacto con un gato infectado. Estos parásitos funcionan como vectores, permitiendo que las bacterias entren en el torrente sanguíneo del felino y se adhieran a los glóbulos rojos, desencadenando una serie de complicaciones. Otra forma de transmisión es a través de heridas o peleas entre gatos, cuando hay intercambio de sangre infectada.
El doctor Jorge Vélez, profesor de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que “aunque la enfermedad puede permanecer asintomática en algunos gatos, en otros puede causar síntomas graves como anemia, letargo, pérdida de apetito y fiebre”. Por ello, es crucial identificar los signos de la microplasmosis y acudir rápidamente al veterinario.
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Síntomas comunes de la microplasmosis
Los gatos infectados con microplasmosis pueden presentar una variedad de síntomas que varían en intensidad según la respuesta de su sistema inmunológico. Algunos de los signos más frecuentes incluyen:
Anemia: La destrucción de los glóbulos rojos puede llevar a que el gato tenga encías pálidas y se sienta débil.
Fiebre: La fiebre alta es una respuesta común del organismo para intentar combatir la infección.
Letargo y debilidad: Los gatos con microplasmosis pueden dormir más de lo usual y mostrar falta de energía.
Pérdida de peso y apetito: Es común que los gatos afectados dejen de comer, lo que lleva a una pérdida de peso significativa.
Ictericia: En casos graves, el gato puede presentar coloración amarillenta en la piel y mucosas, lo cual indica un problema hepático.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico de la microplasmosis en gatos se realiza a través de pruebas de sangre específicas que detectan la presencia de Mycoplasma en los glóbulos rojos. Una de las pruebas más comunes es la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), que permite identificar el ADN de las bacterias con precisión.
Una vez diagnosticada, el tratamiento incluye el uso de antibióticos, como la doxiciclina, que combaten la infección. Además, es posible que el veterinario recomiende suplementos de hierro y cuidados específicos para ayudar al gato a recuperarse de la anemia. En casos más graves, puede ser necesaria una transfusión de sangre para estabilizar al felino.
El doctor Guillermo Sánchez, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad Autónoma de Barcelona, sugiere que “la prevención es fundamental para evitar la microplasmosis en gatos; mantener un control estricto de parásitos externos como pulgas y garrapatas puede reducir significativamente el riesgo de infección”.
La mejor forma de prevenir la microplasmosis en gatos es implementar un plan de control de pulgas y garrapatas. Utilizar collares antipulgas, pipetas y mantener el entorno del gato limpio y libre de parásitos es esencial para reducir la exposición a vectores. Asimismo, es recomendable limitar el acceso del gato al exterior, especialmente si vive en áreas donde la prevalencia de estos parásitos es alta.
Recuerda que lo publicado en Patas en Casa no reemplaza la opinión de un profesional de la salud animal. Antes de incluir o excluir cualquier elemento de su rutina, acude a un especialista certificado para obtener una recomendación que se adapte a las necesidades específicas de tu perrito o gatito.