Si adoptaste un gatito con carácter un poco difícil que no es tan amigable como uno pequeño, no te preocupes, no es imposible hacer que poco a poco sea menos agresivo; la clave está en la constancia, paciencia y entender que el ritmo también lo irá marcando tu minino.
Cómo lograr que un gato sea menos agresivo
Para empezar, debes detectar el tipo de agresión que está manifestando. Los gatos pueden mostrar agresividad por varias razones. Determinar la causa del comportamiento agresivo de un gato es importante, ya que los diferentes tipos de agresión pueden manejarse de manera diferente. De acuerdo con la Universidad de Cornell, existen los siguientes tipos de agresión:
Agresión de juego: Aprender a jugar apropiadamente es una parte importante de la socialización de un gato, y esto normalmente ocurre durante el tiempo que se pasa con los compañeros de camada. Los gatos criados solos durante sus primeras vidas pueden no aprender esta importante lección.
Evita la agresión distrayendo al gato con el juego o negando el acceso a lugares que fomentan el comportamiento, como debajo de la cama si el gato se esconde allí antes de abalanzar.
Miedo a la agresión: este tipo de agresión se puede ver cuando un gato se encuentra con estímulos desconocidos, como una nueva persona, animal o ruido, o cuando un gato está expuesto a una experiencia que asocia con eventos desagradables, como un viaje al veterinario.
La mejor manera de lidiar con la agresión del miedo es identificar y evitar situaciones que producen una respuesta temible. Es muy importante no consolar a un gato agresivo, ya que esto puede percibirse como aprobación de la agresión. La falta de atención es una mejor manera de manejar la agresión del miedo.
Agresión por sobreestimulación: algunos gatos pueden volverse agresivos de repente al ser acariciados. Las posibles explicaciones incluyen la sobreestimulación y un intento del gato de controlar cuándo termina las caricias. Manipular, bañarse, acicalarse y recortar las uñas también puede causar este tipo de agresión. En muchos casos, el gato mostrará pupilas dilatadas, latigazos en la cola y orejas movidas hacia atrás en la cabeza antes de volverse agresivo.
La mejor manera de prevenir este tipo de agresión es eliminar o evitar los estímulos. Evitando interacciones agresivas entre gatos y el estímulo que lo provoca.
Agresión por el dolor: Los gatos que tienen dolor pueden actuar agresivamente hacia las personas u otras mascotas en un intento de evitar el contacto, el movimiento o ciertas actividades que podrían empeorar el dolor.
Maneja la agresión inducida por el dolor absteniéndote de tocar partes dolorosas del cuerpo de un gato y con un plan terapéutico efectivo para el control del dolor.
Agresión territorial: los gatos tienden a establecer y defender sus territorios. Pueden mostrar agresión hacia los gatos recién introducidos, y ocasionalmente hacia otros animales o personas, que invaden su dominio establecido. En algunos casos, los gatos pueden incluso atacar a los gatos residentes que fueron aceptados previamente, pero que estaban fuera del hogar.
Lo más importante a tener en cuenta cuando se trata de una agresión territorial es no apresurar una introducción o reintroducción. Manten los gatos a la distancia para que puedan verse y olerse unos a otros, pero no puedan interactuar. Este proceso puede llevar de semanas a meses, dependiendo de los gatos involucrados.
Agresión maternal: las gatitas que han dado a luz recientemente y son gatitos que están amamantando pueden mostrar agresividad hacia las personas que se les acercan.
Proporciona un ambiente tranquilo y de bajo estrés, evitar el contacto con la minina y los gatitos si observan agresión. La agresión materna generalmente disminuirá a medida que los gatitos crezcan y se independicen.
El primer paso para manejar a un gato agresivo es asegurarse de que no haya ninguna razón médica para un comportamiento agresivo. Una vez que el sepas que no hay nada que le duela y sea lo que lo vuelve agresivo, ya puedes aplicar los consejos.
Recuerda que lo publicado en Patas en Casa no reemplaza la opinión de un profesional de la salud animal. Antes de incluir o excluir cualquier elemento de su rutina, acude a un especialista certificado para obtener una recomendación que se adapte a las necesidades específicas de tu perrito o gatito.