El dicho "Perro que ladra, no muerde" es una expresión popular que se ha transmitido de generación en generación en muchas culturas. Este refrán se utiliza comúnmente para describir a personas que, aunque son muy vocales o amenazantes, rara vez llevan a cabo las acciones que sugieren con sus palabras. Pero, ¿de dónde proviene esta expresión y por qué ha perdurado en el tiempo?
El comportamiento canino y la raíz del dicho
El origen del dicho tiene raíces en la observación del comportamiento canino. Los perros, como animales sociales, utilizan una variedad de señales vocales y gestuales para comunicarse. Según un estudio publicado en la Journal of Veterinary Behavior, los ladridos de los perros suelen servir como una advertencia o un mecanismo de defensa, diseñado para asustar a posibles amenazas o intrusos sin necesidad de recurrir a la agresión física. En la naturaleza, la agresión física es costosa en términos de energía y riesgo de lesiones, por lo que un perro que ladra ruidosamente puede estar intentando evitar un conflicto real.
En este sentido, el dicho sugiere que aquellos individuos que hacen mucho ruido o amenazan con palabras, en realidad, podrían no tener la intención o la capacidad de llevar a cabo las acciones que insinúan. La psicóloga y especialista en comportamiento animal, Laura Torres, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), menciona que "la vocalización excesiva en los perros es a menudo un signo de miedo o inseguridad, más que de agresión. De manera similar, en los seres humanos, el uso de amenazas verbales puede ser una forma de protección o una manera de evitar una confrontación real".
El dicho también tiene connotaciones culturales y sociales. En las comunidades humanas, las palabras tienen un gran poder y pueden ser usadas para manipular o influir en el comportamiento de otros. Sin embargo, la repetición de amenazas sin acción puede llevar a una pérdida de credibilidad. En términos de comportamiento humano, este dicho podría ser un recordatorio de que no debemos dejarnos intimidar por palabras vacías, y que la verdadera fuerza a menudo reside en la calma y la acción controlada.
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Su perdurabilidad se debe a su aplicabilidad universal, recordándonos que, a menudo, aquellos que más ruido hacen son los menos peligrosos. Sin embargo, como en todo, es importante evaluar cada situación de manera individual, ya que, aunque el dicho tiene su fundamento, siempre existen excepciones a la regla.
Recuerda que lo publicado en Patas en Casa no reemplaza la opinión de un profesional de la salud animal. Antes de incluir o excluir cualquier elemento de su rutina, acude a un especialista certificado para obtener una recomendación que se adapte a las necesidades específicas de tu perrito o gatito.