La convivencia de dos perras que presentan características “alfa” puede ser un reto, ya que ambas suelen mostrar una fuerte tendencia a liderar, establecer el control y marcar territorio. Sin embargo, es posible gestionar este tipo de convivencia siguiendo estrategias específicas que ayuden a reducir conflictos y promover una relación estable y armónica entre ellas.
Las perras con un carácter dominante suelen ser seguras, protectoras y desean ejercer un rol de liderazgo en su entorno. Según la doctora en etología María López, de la Universidad de Valencia, “el término ‘alfa’ suele asociarse con comportamientos de liderazgo y competencia por los recursos”. En una situación donde hay dos perras con estas características, los conflictos pueden surgir cuando ambas intentan imponer su posición en el hogar.
Es importante recordar que el comportamiento alfa no implica agresión constante; las perras pueden simplemente estar comunicando su necesidad de estructura y límites claros. En este sentido, el control de la convivencia debe centrarse en una gestión inteligente del entorno, en lugar de intentar suprimir su personalidad.
Para mantener la paz entre dos perras alfa, es fundamental establecer reglas y rutinas que ayuden a reducir situaciones de tensión. Al fijar horarios y lugares específicos para alimentación, paseos y descanso, se evitan conflictos por recursos. Alimentarlas al mismo tiempo pero en diferentes espacios puede reducir el riesgo de peleas por la comida. Lo mismo aplica para el área de descanso: cada perra debería tener su propia cama para evitar que compitan por el espacio.
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El doctor Javier Torres, veterinario y experto en comportamiento animal de la Universidad Nacional Autónoma de México, recomienda “reforzar el liderazgo humano para que las perras entiendan que el dueño es quien establece los límites, no ellas”. De esta manera, al dejar claro que el dueño es quien controla el hogar, se minimizan las disputas por territorio entre ellas.
Otra estrategia útil es promover actividades conjuntas que favorezcan la cooperación en lugar de la competencia. Juegos de inteligencia, caminatas largas y ejercicios de obediencia pueden ayudar a que ambas perras se concentren en una meta común, reforzando el vínculo entre ellas. Estas actividades también permiten liberar energía de forma controlada, reduciendo la probabilidad de conflictos en casa.
Supervisión y atención ante señales de alerta
Es esencial que los dueños estén atentos a las señales de tensión, como gruñidos, miradas fijas o rigidez corporal. Estos son indicios de que una pelea podría estar por suceder. Al intervenir de inmediato y redirigir su atención, los dueños pueden desactivar estas situaciones antes de que escalen. En algunos casos, contar con la ayuda de un especialista en comportamiento animal es ideal para recibir asesoría personalizada y asegurar la seguridad de ambas perras.
Recuerda que lo publicado en Patas en Casa no reemplaza la opinión de un profesional de la salud animal. Antes de incluir o excluir cualquier elemento de su rutina, acude a un especialista certificado para obtener una recomendación que se adapte a las necesidades específicas de tu perrito o gatito.