La displasia coxofemoral o displasia de cadera canina es una enfermedad que interfiere en la movilidad de perros de diferentes razas. Afecta las patas traseras del perro y, entre otros síntomas, puede causar dolor y rigidez en los miembros del animal. O sea: la molestia es lo mínimo que el perro displásico va a enfrentar. Para que puedas identificar los síntomas y saber más sobre el tratamiento e, incluso, sobre la prevención de esta enfermedad, te compartimos a continuación una serie de informaciones sobre la displasia de cadera. ¡Dale una mirada!
Displasia coxofemoral en perros: ¿qué es?
La displasia coxofemoral es una enfermedad, generalmente genética, caracterizada por un desarrollo no armónico de los huesos, músculos y tendones de las patas traseras del perro. Por este motivo, el animal con displasia tiene el fémur y la pelvis en constante fricción mientras camina o corre — las articulaciones y tendones no amortecen el movimiento.
Dependiendo de la etapa de la vida en la que sea diagnosticado, el perro con displasia coxofemoral puede desarrollar otras enfermedades, como artritis, o quedar parapléjico, perdiendo la función de las patitas traseras. La displasia coxofemoral en perros puede ser diagnosticada en el inicio de la vida del animal, entre los 4 y 10 meses, como también puede ser identificada o manifestarse sólo durante la etapa adulta, cerca de la transición hacia la tercera edad.
¿Qué causa la displasia coxofemoral canina?
El principal aspecto causador de la displasia en los perros es el genético. Por eso, se recomienda que los machos y hembras que ya la tuvieron no se reproduzcan, para disminuir las posibilidades de que los cachorritos también estén predispuestos a tenerla. Es más común que tengan displasia los perros de razas grandes y gigantes, pero los pequeños y de tamaño mediano no están 100% libres de volverse displásicos.
Aunque el factor hereditario sea la principal causa de la enfermedad, existen otros factores que también pueden hacer que tu perro desarrolle la displasia de cadera. Por eso, vale la pena estar atento a estos aspectos en el día a día de tu amigo:
1. Alimentación: además de la influencia directa que tiene la dieta en la salud del animal, en el caso de los perros grandes, es importante que sea suficiente para nutrir y ayudar al desarrollo correcto de todo el cuerpo — principalmente en la etapa de cachorritos, cuando los huesos y articulaciones se están desarrollando. El crecimiento tampoco debe acelerarse con raciones ricas en calorías y proteínas: eso puede ser la causa de la mala formación de la región trasera del animal;
2. Obesidad canina: entre otras cuestiones, el exceso de peso del perro también puede causar la displasia de cadera. Esto ocurre porque el animal gordo acaba desgastando más las articulaciones en los movimientos comunes del día a día, o sea: puede desarrollar un cuadro displásico teniendo o no la predisposición genética;
3. Sedentarismo: así como los humanos, los perros también necesitan ejercitarse como una forma de mantener la salud en día y fortalecer los huesos, músculos y articulaciones. Un animal sedentario también tiene tendencia a engordar mucho, o sea: une dos posibles causas de la displasia de cadera en un mismo caso. Pregúntale al veterinario sobre la necesidad de ejercicios que tiene la raza de tu animal;
4. Forma de sentar: algunos animales pueden desarrollar la displasia debido a la forma que tienen de sentarse. Si, en vez de equilibrar el peso en los dos lados de la cadera, fuerza demasiado sólo uno de los lados, puede acabar sufriendo un desgaste en las articulaciones del lugar;
5. Mucho tiempo en pisos lisos: si tu perro pasa la mayor parte del tiempo dentro de casa, lo ideal es que tengas pisos que no sean muy resbaladizos, como lo son algunos tipos de porcelanatos. Sin la fricción entre las patas y el piso, pueden necesitar hacer más esfuerzo a la hora de caminar y, así, desgastar las articulaciones a largo plazo.
¿Cuáles son los síntomas de la displasia de cadera canina?
El dolor y la incomodidad del animal a la hora de hacer actividades simples del día a día son las primeras señales de que puede tener displasia de cadera, pero no son los únicos y también pueden indicar otras condiciones de salud de tu animal. Por eso, también es necesario que prestes atención a los otros síntomas de la displasia coxofemoral en perros — es común que el animal afectado manifieste más de uno de ellos:
- Disminución en la velocidad de los pasos;
- Hesitación a la hora de hacer actividades como subir escaleras, camas, sofás, correr y saltar;
- Limitación de movimientos;
- Atrofia de los músculos traseros;
- Desarrollo de los músculos de los hombros;
- Pérdida en la firmeza de las patas traseras — el perro se desequilibra y se cae solo;
- Cambio en la forma de caminar (comienza a renguear y a caminar “moviendo las caderas”);
- Talones hacia dentro;
- Chasquidos a la hora de caminar;
- Falta de simetría a la hora de sentarse o sentarse con las patas más abiertas.
¿Cómo diagnosticar y tratar la displasia coxofemoral en los perros?
Apenas te des cuenta de que tu perro está pasando alguno de estos síntomas de forma regular, necesitas agendar una visita al veterinario. Dependiendo del caso y del nivel de desarrollo de la displasia, va a ser diagnosticada fácilmente, pero es común que te pidan exámenes de imagen, como radiografías o resonancias y exámenes físicos para confirmar y saber más detalles sobre la condición específica de tu animal.
En algunos casos, el tratamiento con medicamentos, fisioterapia, suplementación de la alimentación, dieta para perder peso e, incluso, restricción de actividades físicas, es suficiente para mejorar la calidad de vida del perro.
De todas formas, cuando la displasia ya está muy avanzada, la cirugía pasa a ser una opción. Tu veterinario puede presentar algunos tipos diferentes de procesos quirúrgicos que van desde el reemplazo de la cadera del animal con una prótesis hasta el corte o retirada de los huesos afectados, pero siempre vale la pena conversar para descubrir cuál es la mejor opción en su caso.
Redacción: Ariel Cristina Borges
